Por qué debemos reformar el financiamiento de los movimientos sociales

mónica enríquez-enríquez and Tatiana Cordero Velásquez*

15 January 2021

*Este artículo se publicó el 15 de enero de 2021. Tatiana Cordero Velásquez fue directora del Fondo de Acción Urgente de América Latina durante mucho tiempo y falleció poco después. Apreciamos mucho la manera en la que influyó profundamente en nuestro campo de trabajo y en cómo pensamos sobre el cuidado y la protección. Asimismo, celebramos su vida y sus contribuciones a los movimientos feministas que apoyamos. Compartimos sus palabras en honor a su legado.

Para responder adecuadamente a la actual crisis de la democracia, debemos apoyar estrategias de protección y cuidado para activistas.

El año pasado quedaron expuestas las fallas estructurales de los múltiples sistemas que mantienen unidas a nuestras sociedades. Vimos sistemas de salud fallidos, democracias derrumbándose, represión en aumento, ataques a personas defensoras de los derechos humanos, la criminalización de movimientos y la violencia generalizada que continúa proliferando en todo el mundo.

Iniciamos el 2021, honrando las vidas del personal esencial y de salud, así como a la multitud de activistas en las primeras líneas de los movimientos que defienden los derechos territoriales, los recursos naturales, el derecho al aborto, los derechos de las personas trabajadoras, la libertad de expresión, los derechos sexuales, la expresión de género y más.

También honramos y lloramos las muertes de mujeres activistas que han sido atacadas por su activismo y de las personas que hemos perdido por suicidio y enfermedades crónicas. Los donantes debemos preguntarnos si realmente estamos apoyando la sostenibilidad de esos movimientos y la seguridad de las personas activistas. Para esto, debemos analizar el contexto en el que las personas activistas operan, escuchando a quienes trabajan a nivel de base y conocen de primera mano las necesidades y los desafíos.

Cuando surgen crisis, se invita a los donantes a ser más flexibles y tener disposición para aprender, adaptarse y correr riesgos de financiamiento, tal como hemos visto durante la pandemia de COVID-19. Algunas fundaciones privadas han dado el ejemplo, como el Global Wallace Fund que se comprometió a asignar el 20 % de su fondo patrimonial en el 2020 a "organizaciones que realizan un trabajo vital para resolver las crisis sociales y económicas provocadas por la COVID-19, mientras continúan promoviendo el cambio sistémico hacia democracias centradas en las personas y luchando por una economía más justa y sostenible".

Cómo cambió la conversación sobre el cuidado

En la década de 1980, el "cuidado" se consideraba una práctica innata de las mujeres (las cuidadoras) y un reflejo de la división sexual del trabajo en la sociedad. Desde entonces, el concepto de cuidado ha sido ampliado por activistas y personas que se dedican al cuidado. Al comienzo del siglo XXI, en el ámbito académico se analizó y reflexionó sobre el costo del cuidado y comenzó una conversación sobre la "economía del cuidado".

Más recientemente, gracias a activistas feministas y personas que se dedican al cuidado, el debate ha avanzado hacia el cuidado en relación con la protección de activistas y la sostenibilidad de los movimientos. Este importante cambio en la conversación nos remite a la frase feminista "lo personal es político", pero esta vez nos enfocamos en las experiencias vividas de las personas activistas.

Un hito importante en la conversación acerca del cuidado y la protección entre activistas y donantes fue la publicación en el 2007 de ¿Qué sentido tiene la revolución si no podemos bailar?, de Jane Barry y Jelena Djordjevic. Más de 100 activistas de todo el mundo contribuyeron al libro, que se desarrolló en conjunto entre defensoras de los derechos humanos y el Fondo de Acción Urgente. Compartieron sus experiencias de agotamiento, cansancio, aislamiento y enfermedades, junto con sus miedos y luchas personales. El libro desafió la idea de que el autocuidado y el cuidado comunitario son actos egoístas que están desconectados del trabajo de las personas activistas para fortalecer el cambio social.

Como donantes, seguimos tratando de encontrar la mejor forma de apoyar a activistas, quienes con frecuencia enfrentan sanciones penales por su trabajo e integran organizaciones y movimientos que carecen de estrategias de seguridad y protección. Sabemos que los apoyos institucionales, los apoyos plurianuales y los apoyos flexibles son la mejor forma de incrementar su seguridad y protección, dado que estos apoyos permiten a las organizaciones planificar con anticipación y utilizar sus recursos de manera estratégica.

El desarrollo de nuevas estrategias de protección

Muchos donantes no pueden dar apoyos institucionales flexibles o eligen no hacerlo. A menudo, desarrollan estrategias de acompañamiento que apuntan a incrementar la seguridad digital y física de la organización, pero no incluyen apoyo psicosocial y de bienestar. Algunos donantes otorgan apoyos de emergencia para activistas en riesgo, como fondos para la relocalización, pero no incluyen estrategias lideradas por la comunidad que apunten a proteger a activistas, sus familias y sus comunidades.

Las estrategias de financiamiento tradicional no reconocen las prácticas culturales de cuidado y protección, como las guardias indígenas y las rondas campesinas (ambas prácticas culturales de comunidades campesinas e indígenas para proteger y cuidar su territorio y sus habitantes) o las expresiones espirituales de cuidado y protección arraigadas en la comunidad, como los círculos de sanación.

Es por esto que las personas activistas por los derechos de las mujeres y personas LGBTQI en todos los continentes han desarrollado y usado estrategias y marcos de cuidado y protección a nivel individual, organizacional y del movimiento. Estas estrategias y marcos expanden la noción tradicional de seguridad física y digital hacia una idea de seguridad más holística, que incluye el cuidado, el bienestar y la sostenibilidad económica de activistas y movimientos.

No hay una única estrategia o marco que se use en todas las regiones, movimientos o contextos. Las personas activistas usan diferentes estrategias, a veces simultáneamente, según el contexto. Los siguientes ejemplos provienen de movimientos feministas y de justicia social en Latinoamérica y los Estados Unidos y se inspiran en gran cantidad de personas activistas, organizadoras y defensoras de los derechos humanos, así como de organizaciones, redes y movimientos globales y locales:

Protección colectiva

Este concepto se basa en prácticas culturales que entienden al individuo como parte de un colectivo y a la protección como un valor de la comunidad en su conjunto. La protección colectiva desafía las nociones tradicionales de protección que se centran solo en el individuo. También enfatiza la idea de seguridad comunitaria y las prácticas cotidianas, culturales y conscientes de cuidado y protección, como las redes de patrullaje comunitario o las guardias indígenas, en lugar del uso de fuerzas de seguridad externas.

El término, acreditado a JASS y la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de los Derechos Humanos (IM-Defensoras), es muy usado por los movimientos latinoamericanos de justicia social. Transmite la idea de la protección como algo contextual y relacional; las personas en diferentes organizaciones y movimientos comparten conocimientos y prácticas culturales que las comprometen a protegerse y cuidarse unas a otras.

Justicia sanadora

Este término, acreditado a la organización Kindred Southern Healing Justice Collective, se basa en la noción de que el trauma generacional es producto de la colonización, la violencia sistémica y la opresión y tiene un fuerte impacto en las comunidades de personas negras, indígenas, racializadas, LGBTQI y con discapacidades.

Las personas organizadoras del movimiento, lideresas y líderes feministas negros y racializados que formaron parte de los movimientos del sur de los Estados Unidos a comienzos de la década del 2000, creen que las estrategias sanadoras y de cuidado son integrales para la liberación política. Trabajaron para recuperar tradiciones que les habían sido robadas y construir nuevas prácticas colectivas arraigadas en el contexto sureño y el linaje ancestral que sostendrían el bienestar emocional, físico, psíquico, espiritual y ambiental al ayudar a sanar y contrarrestar las formas en las que la opresión afecta los cuerpos, los corazones y las mentes de las personas.

En el centro de este enfoque está la descriminalización de prácticas tradicionales de sanación (como la partería) y de las personas que se dedican a ellas, así como la construcción de una consciencia y un análisis crítico del racismo, la esclavitud y la colonización y su impacto en el cuidado colectivo de los movimientos y las comunidades de personas negras y personas racializadas.

Seguridad holística

Este término es ampliamente usado y se acredita a los movimientos estadounidenses de justicia social inspirados por Occupy Wall Street. Más tarde fue usado por Tactical Tech y adoptado por muchas organizaciones internacionales de derechos humanos. Se refiere a una estrategia que incluye seguridad digital, bienestar psicosocial y procesos de seguridad organizacional, además del enfoque tradicional sobre la seguridad física.

Protección integral feminista

Esta estrategia, que se originó en el movimiento feminista latinoamericano y que ha sido desarrollada y adoptada por la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de los Derechos Humanos y el Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad Oaxaca A.C., hace referencia y aborda los vínculos entre la discriminación de género y la violencia contra las mujeres defensoras de los derechos humanos y se enfoca en la construcción de fuertes redes comunitarias de protección para aumentar la resiliencia.

Políticas del cuidado

Este marco, que también surgió del movimiento feminista, observa el tema del cuidado a través de una perspectiva política y feminista. Esta noción, ampliada por el Fondo de Acción Urgente Latinoamérica y el Caribe, alienta la incorporación del bienestar, el autocuidado, el cuidado colectivo y la sostenibilidad en la estructura de una organización (en las políticas, los procesos de toma de decisiones y los modelos de organización comunitaria).

La protección del territorio, el cuerpo y el espíritu

Durante la última década, el sector filantrópico de los derechos de las mujeres y los derechos humanos ha trabajado para prestar más atención a la seguridad de los movimientos y para financiar estas estrategias de protección. Los donantes también se preocupan cada vez más por dar con las mejores formas de apoyar el cuidado, la justicia sanadora, el bienestar y la prevención del agotamiento.

Sin embargo, las buenas intenciones no son suficiente. Incorporar el cuidado y la protección no se trata simplemente de desarrollar un programa de sanación, contratar servicios de consultoría para que se escriba un manual de bienestar para la organización o financiar talleres sobre cuidado colectivo. A menudo, estas iniciativas no llegan a la base de la organización o a su comunidad y puede que no logren las transformaciones culturales necesarias.

Para responder adecuadamente a la actual crisis de la democracia, los donantes debemos implementar un cambio de paradigma con respecto a la financiación. Debemos escuchar a las personas activistas para ampliar nuestra comprensión del cuidado y la protección.

Invitamos a la comunidad de donantes a unirse en el cuestionamiento de nuestro propio poder y privilegio. Debemos reconocer que, para las personas defensoras de los derechos humanos, especialmente las mujeres negras e indígenas defensoras de los derechos humanos, la protección no se limita solo a los seres humanos. Una visión antropocéntrica no reconoce el hecho de que el cuidado y la protección están intrínsecamente vinculados con nuestro entorno y ambiente. Las mujeres defensoras del Amazonas se han referido a esto como "territorio, cuerpo y espíritu".

El Fondo de Acción Urgente Latinoamérica argumenta que "hay una necesidad de un abordaje intercultural del financiamiento". Se necesita un diálogo entre culturas para entender el profundo significado del cuidado y la protección y para aprender unas de otras. En resumen, debemos tomar conciencia de que el cuidado y la protección son prácticas que se reflejan en las formas en que nos relacionamos. Esto también incluye las relaciones entre copartes y donantes.

Para comenzar una conversación con nuestra comunidad de donantes, hemos desarrollado un conjunto de recomendaciones para tener en cuenta al momento de pensar en ampliar las estrategias de financiación para incrementar la seguridad, el bienestar y la sostenibilidad de los movimientos a largo plazo.

Desarrolle estrategias para apoyar la protección y el cuidado. Ofrezca recursos para que sus copartes puedan desarrollar e implementar prácticas de protección y cuidado, incluida la seguridad digital, ya que muchas personas activistas y organizaciones siguen siendo objeto de ataques en línea. Comunique a sus copartes que este tipo de apoyo existe, fomente su uso y, si es posible, reduzca los requisitos para recibir estos apoyos.

Recuerde que no hay un solo modelo de protección y cuidado que funciona para todas las organizaciones. Para que sean eficaces, las estrategias de protección y cuidado deben ser locales y estar enraizadas en los contextos, las culturas, las experiencias, las necesidades, las habilidades y las realidades de sus copartes. 

Reconozca la seguridad económica como parte integral de las estrategias de cuidado y protección que apoya. Esto significa promover y apoyar salarios y prácticas laborales justas, así como culturas de trabajo equitativas y balanceadas. Al financiar a las organizaciones y colectivos para que tengan suficientes recursos para apoyar los salarios del personal, también contribuimos al sustento, el bienestar y la seguridad de las personas activistas y a su capacidad para continuar su trabajo.

Apoye económicamente el bienestar de sus copartes. Ponga a disposición recursos para hacer frente al agotamiento, el trauma, el duelo y para ofrecer apoyo psicosocial para el personal y la dirección de las organizaciones. Recuerde que en estos momentos las personas activistas están cuidando de sus organizaciones/colectivos, sus comunidades y sus familias y también necesitan cuidarse a sí mismas. El bienestar también tiene que ver con trabajar las diferentes formas de opresión dentro de nuestras organizaciones, como el racismo, el patriarcado, el capacitismo, el clasismo y la LGBTIQfobia, así como el impacto que estas tienen en los individuos, las organizaciones y los movimientos.

Promueva y apoye estrategias de protección colectiva en lugar de la protección individual. Apoye modelos de liderazgo compartido dentro de las organizaciones y los movimientos, ya que es menos probable que las personas activistas reciban amenazas y ataques si no son las únicas en roles de liderazgo visible en sus comunidades. Un ataque tiene un efecto dominó: cuando una persona activista es atacada, su familia, su organización, su comunidad y su movimiento se ven afectados. Cuando una persona activista es atacada, es habitual que surjan conflictos dentro de las organizaciones y que disminuya la confianza.

Considere cómo sus prácticas de financiación pueden estar contribuyendo al estrés y la urgencia que padecen los movimientos y que a su vez ponen en riesgo a las personas activistas, aun sin ser esa la intención. No intente responder al contexto de emergencia mediante la entrega de apoyos de respuesta rápida si no cuentan con una infraestructura sólida y necesaria para este tipo de apoyos, suficiente capacidad interna y el conocimiento y el cuidado que conlleva la entrega de este tipo de apoyos. Asegúrese de que el ritmo y el sentido de urgencia de su fundación no afecte a sus copartes y que las prácticas de gestión de apoyos no sean innecesariamente arduas. 

Evite poner en riesgo a quienes busca apoyar. Utilice plataformas digitales seguras para comunicarse con sus copartes sobre el trabajo que realizan. No utilice los nombres de países o copartes en riesgo en plataformas digitales comerciales o no encriptadas. Considere la posibilidad de no incluir en su página web/medios sociales los nombres y los montos de los apoyos a copartes de países en que los movimientos sociales son objeto de ataques. Asegúrese de que los recursos se desembolsen de forma segura, especialmente en contextos en los que haya un escrutinio gubernamental de la financiación extranjera. No genere visibilidad internacional para las organizaciones sin preguntarles primero. Una mayor visibilidad en contextos represivos podría ser contraproducente.

Considere ser más flexible y creativo al apoyar a organizaciones que están en países que atraviesan crisis democráticas. Explore diferentes estrategias y mecanismos de financiación, apoye a las organizaciones para que hagan análisis de contexto y escuche las soluciones propuestas por las organizaciones y los movimientos que conocen mejor sus propios retos, riesgos y realidades.

Invierta en iniciativas de cuidado y protección en general. Es importante apoyar la infraestructura de estas iniciativas, como son las casas seguras y las casas de cuidado colectivo para las personas activistas. Financie espacios para la reflexión y la creación de conocimientos e investigaciones y conferencias sobre esta área temática. También apoye directamente a las personas que se dedican a la protección y el cuidado, así como a las personas defensoras e instructoras en el tema. 

Reconozca que se necesitan recursos para apoyar el cuidado y la protección colectiva de múltiples cuerpos y capacidades. Considere la posibilidad de financiar a las organizaciones que trabajan en el ámbito de la justicia para personas con discapacidades y a las organizaciones que desean aprender sobre este tema y aplicarlo a su trabajo. Dado que el acceso a los cuidados está relacionado con las suposiciones sobre qué cuerpos se valoran y cuáles son prescindibles, la justicia para personas con discapacidades no solo se aplica a las personas con capacidades diferentes, sino que puede ser un enfoque para apoyar un activismo más sostenible. También es una forma de apoyar la protección y la seguridad de todos los cuerpos.

Apoye la sostenibilidad de los movimientos con una estrategia de financiación a largo plazo para responder a la emergencia actual. Los donantes deben adaptarse a las necesidades y contextos de las organizaciones y los movimientos que apoyan, responder estratégicamente a la emergencia actual e invertir económicamente en las organizaciones y los movimientos a largo plazo. 

Debemos garantizar que nuestras copartes tengan los recursos que necesitan para superar la crisis actual y que puedan continuar ayudándonos a imaginar y construir un futuro mejor para todas las personas.

Estas recomendaciones fueron desarrolladas por Cara Page (Changing Frequencies), Mónica Enríquez-Enríquez (Fundación para una Sociedad Justa), Somer Nowak (Fundación para una Sociedad Justa) y Tatiana Cordero (Fondo de Acción Urgente Latinoamérica) y fueron inspiradas por el informe Healing Justice de 2019 de Astraea Foundation y un mapeo de seguridad holística y cuidado colectivo de 2019 realizado por la investigadora principal Sandra Ljubinkovic para la Fundación para una Sociedad Justa.

Este artículo se publicó por primera vez el 15 de enero de 2021 en OpenDemocracy.